el lenguaje es importante en todos las áreas de la vida, más aún nosotros como futuros médicos tenemos que aprender a usar el lenguaje correctamente para poder realizar un buen trabajo o tener una buena platica con nuestros pacientes. Este curso nos ayudará a obtener los conocimientos necesarios para hacer un buen uso del lenguaje y llegar a ser un médico que pueda hacer un buen uso del lenguaje tanto médico como el común.
LOS EPÓNIMOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA DE LA MEDICINA
Los epónimos son palabras que surgen del nombre de una persona o lugar, que evocan su historia, alguna de sus características o peculiaridades, inventos…etc.
Los epónimos más numerosos son aquellos que hacen referencia a términos médicos, ya sea a enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos o tratamientos.
A lo largo de la historia de la medicina, se han producido hechos notables que se asocian a ciertos nombres propios. Los nombres de enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos tisulares, corresponden, como todos sabemos, a los sabios que las describieron por vez primera. La vida de estos hombres y mujeres es, en la mayoría de los casos, desconocida. En el momento histórico que les correspondió vivir quizá no fueran valorados plenamente.
Los epónimos más numerosos son aquellos que hacen referencia a términos médicos, ya sea a enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos o tratamientos.
A lo largo de la historia de la medicina, se han producido hechos notables que se asocian a ciertos nombres propios. Los nombres de enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos tisulares, corresponden, como todos sabemos, a los sabios que las describieron por vez primera. La vida de estos hombres y mujeres es, en la mayoría de los casos, desconocida. En el momento histórico que les correspondió vivir quizá no fueran valorados plenamente.
"ciclo de Ross" (<Sir Ronald Ross)
"enfermedad de Parkinson" (<James Parkinson)
"ley de Allen" (<Frederick M. Allen)
"prueba de Addis" (<Thomas Addis)
"reacción de Porter" (<William Henry Porter)
"signo de Hoover" (<Charles Franklin Hoover)
"síndrome de Wilkins" (<Lawson Wilkins)
"síndrome de Adair Dighton" (<Charles Allen Adair Dighton)
"fenómeno de Argyll Robertson" (<Douglas Argyll Robertson)
"respiración de Austin Flint" (<Austin Flint)
"prueba de Hopkins-Cole" (<Sir Frederick Gowland Hopkins y Sidney William Cole)
"enfermedad de Brown-Symmers" (<Charles Leon Brown y Douglas Simmers) "enfermedad
de Brown-Roberts-Wells" (<R. A. Brown, T. S. Roberts y T. H. Wells)
Por otra parte, los nombres de descubridores o inventores no siempre se asocian con el
significado de los epónimos mediante el genitivo; a veces se presentan en forma de raíz
junto con los sufijos "-ela" e "-ia" y, con menor frecuencia, "-a" e "-iela". Este proceso
se utiliza para convertir nombres propios en nombres de género:
"Bartonella" (<A. L. Barton) "Brucea" (<James Bruce)
"Brucella" (<Sir David Bruce) "Leishmania" (<Sir William B. Leishman)
"Rickettsia" (<Howard Taylor Ricketts) "Salmonella" (<Daniel Elmer Salmon)
"Listerella"/"Listeria" (<Barón Joseph Lister)
Si los nombres de género derivados de nombres propios se escriben siempre con
mayúsculas iniciales, los nombres de especies, por el contrario, se representan con
letras iniciales en minúscula:
"bartoneláceas" "bruceláceas"
"leishmania" "rickettsiales"
Polisemia
Por "polisemia" se entiende el significado múltiple de una palabra, que presenta una
relación permanente entre sus significados, al ser éstos ampliaciones sucesivas de un
concepto inicial. Este fenómeno, que puede ser una fuente de confusión debido a la
unión de múltiples conceptos al mismo epónimo, se aprecia en formaciones
eponímicas del tipo de "síndrome de Cushing" y "signo de Babinski" (Josef François
Felix Babinski). La primera denominación tiene dos significados muy difundidos, uno
relacionado con el adenoma basófilo de la hipófisis y otro con los tumores del ángulo
pontocerebeloso,mientras que con la segunda se designan al menos cinco fenómenos
distintos en la exploración neurológica (López y Terrada, 1990).
Homonimia
La ambigüedad la pueden producir no sólo la polisemia sino también la "homonimia"
o identidad fónica (homofonía) y gráfica (homografía) de dos palabras con
significados diferentes a consecuencia de evoluciones coincidentes de palabras
inicialmente distintas. Este fenómeno se halla presente en los epónimos y se puede
ilustrar con la expresión eponímica "método de Abbott" que, por un lado, hace
referencia al método de coloración ideado por Alexander C. Abbott y, por otro, al
tratamiento de la escoliosis que puso en práctica Edville G.Abbott. Lo mismo sucede
con "operación de Alexander", "operación de Kelly" o "tratamiento de Murphy".
Sinonimia
Mucho más frecuente en el lenguaje médico que la polisemia o la homonimia, es la
"sinonimia" o proceso mediante el cual un referente adquiere varios nombres no
relacionados históricamente.Aun siendo contraria a uno de los principales requisitos de
todo lenguaje científico, que no es otro que la búsqueda de univocidad (un concepto,
un término), la terminología médica no ha podido lograr la utópica univocidad ya que
quienes forjan términos son también hombres que, con sus disputas, sus deseos de
estacar o simplemente su ignorancia de lo que otros hacen, suelen imponer sus
propias denominaciones, con la consecuencia de que se multiplica, a veces
innecesariamente, el número de voces, que no de conceptos. (Petrecca, 1992: 264).
Además de la abundancia eponímica, de un paradigma formal incoherente y de las
divergencias entre determinados, otro problema que encierran los epónimos es la
ausencia de correspondencias referenciales entre lenguas, como anticipamos en el
caso del "síndrome de Bonnet-Dechaume-Blanc". Tomemos, por ejemplo, la
expresión eponímica "fractura de Barthon". Si consultamos el Diccionario Terminológico
de Ciencias médicas, observamos que atribuye esta fractura a John Kellock Barton,
mientras que los diccionarios Dorland, Roche y Pschyrembel conceden su autoría a John
Rhea Barton. Por otra parte, el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas atribuye a
John Rhea Barton el "vendaje de Barton", expresión que no recogen ni el Roche ni el
Flammarion, mientras que para el Dorland el determinante tanto de la fractura como
del vendaje es John Rhea Barton.
No obstante, es de justicia reconocer que no todo es desventaja en el uso eponímico
(Hombourger, 1982; Wright, 1991; Mühlhaus, 1994; Chukwu, 1996). En primer lugar, los
epónimos sirven para cubrir un hueco existente en vez de recurrir a una creación ex-nihilo,
lo que por otra parte resulta utópico -los que hacen los descubrimientos son investigadores
médicos y no lingüistas-. Permiten asimismo ampliar la capacidad de denominación de las
lenguas naturales al poner a su disposición todo el repertorio de los antropónimos
existentes en número casi ilimitado. Al igual que se utilizan términos cultos, y por tanto
más neutros y más asépticos, para esconder los posibles aspectos angustiosos de una
enfermedad (véase, por ejemplo, la sustitución de "enanismo" por "acontroplasia"),
también se puede recurrir a los epónimos para lograr un fin parecido.Así, el "angioma de
Hutchinson" (<Sir Jonathan Hutchinson) sustituye al "angioma serpiginoso", la
"enfermedad de Hansen" (<Gerhardt Henrik Armauer Hansen) se refiere a la "leprosía"
y el "síndrome de Down" (<John Langdon Haydon Down) enmascara el "mongolismo".
Asimismo, al no ser descriptivos, los epónimos evitan interpretaciones erróneas, al
tiempo que permiten simplificar extensas denominaciones de origen grecolatino, a
veces complicadas y difíciles de pronunciar, en especial para las lenguas de origen
germánico.
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